martes, 22 de junio de 2010

Durante los problemas diarios, ¿qué color le pones a tu vida?

El pan más pequeño
En tiempo de la carestía, un hombre rico hizo ir a su casa a los veinte niños más pobres del pueblo y les dijo:
- En esta cesta hay un pan para cada uno de vosotros. Tomadlo y volvéis a venir cada día a esta hora, hasta que Dios nos dé un tiempo mejor. Los niños y niñas se echaron encima de la cesta, se pelearon por el pan, porque cada cual quería tener el pan más bonito y más gordo, y después marcharon, sin ni siquiera dar las gracias.

Sólo Francesca, una niña vestida pobremente y muy limpia, quedó una poco apartada del alboroto, tomó el pan más pequeño, que era el último que quedaba en la cesta, y, agradecida, besó la mano del hombre y se fue modestamente y callada hacia su casa.

El día siguiente, los chicos fueron tan poco educados como el día anterior, y a la pobre Francesca le tocó esta vez un panecillo tan pequeño que no era ni la mitad de los otros panes. Pero cuando llegó a casa y su madre enferma cortó el pan, entonces cayeron un seguido de monedas nuevas de plata. La madre, asustada, dijo:  - Corre, deprisa, ve a volver este dinero; bien seguro que han caído a la pasta por un descuido.

Francesca los llevo acto seguido, pero aquel buen hombre le dijo:  - No, no ha estado ningún descuido.. Este dinero, lo he hecho amasar con el pan más pequeño, para premiarte a ti, buena niña. Se siempre tan sobria, pacífica y condescendiente. Aquel quién escoge conformarse con el pan más pequeño que pelearse por el gordo, recibe una bendición mayor que si hubiera dineros amasados dentro el pan. Ser sabio, pacífico y agradecido, reporta más que pelearse y reñir.

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