Camino Mercedario... ¡Tú Puedes!Por Pabel Alba
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Todo empezó en una celebración eucarística un miércoles de ceniza a los 14 años de un joven cuando en los avisos parroquiales anunciaron que se iba a celebrar unos encuentros pre-pascua. Aquél joven se animó y vivió una Semana Santa diferente y única. Al terminar todos los encuentros, le invitaron a participar de un grupo de jóvenes que todos los sábados se reunían a ver a un Jesús diferente, más cercano, más humano y el ni corto ni perezoso, acepta. Se incorpora rápidamente a los trabajos del grupo con tanta dedicación y esmero que para el año próximo le invitaron a formar parte del grupo que preparaba el campamento infantil.
Mientras continúa en aquel grupo va sintiendo algo por dentro muy extraño pero a la vez asombroso, un deseo y motivación de ser sacerdote. Al parecer esos deseos y cualidades que poseía ese joven fueron vistos por otras personas entre ellos uno de los sacerdotes de su parroquia y por ello decide invitar al joven a una convivencia vocacional que tenían mensualmente. Aquél joven lanzado de 16 años no lo piensa dos veces y responde con un si. Encuentros van y encuentros vienen y aquella llama de entrega y servicio iba creciendo grandemente en su corazón.
Llega el momento decisivo cuando el joven termina su bachillerato y decide hacer una experiencia de seminario. Lleno de inseguridades y miedos junto con el apoyo a medias de su familia, se lanza a aquella aventura con tan solo 17 años.
Al pasar un año de seminario en aquella comunidad, lleno de momentos buenos y de otros que se pueden mejorar, él tiene deseo de ver otras posibilidades en su vida, otro estilo de vida. Decide darse un tiempo de reflexión fuera del seminario y de estudiar una carrera diferente a la que ya había iniciado.
Pasa un semestre en la universidad pero se da cuenta que había un vacío en su corazón que no conseguía llenar con nada de lo que tenía y que añoraba volver a su vida anterior. Después de haber reflexionado sobre hacia donde quiere encaminar su vida, ingresa nuevamente al seminario.
Estando allí nuevamente y con otras perspectivas va viendo diariamente que su vida puede ir encaminada por ese estilo de convivencia, fraternidad y entrega. Por la vida religiosa.
Gracias a todo lo que ha pasado en la vida de ese joven desde ese miércoles de ceniza hasta hoy, yo Pabel Alba a los 19 años puede contar esta historia, mi historia vocacional.
En esta semana en que pedimos por las vocaciones, te invito a ti joven, a que te sientes a reflexionar y que veas en este Camino Mercedario un espacio de crecimiento, de entrega. Un estilo de vida atractivo, diferente y sumamente gratificante.
El Camino Mercedario está lleno de oportunidades para ti, piénsalo y luego me comentas. ¡Vete y haz tu lo mismo!
Una historia de amor: Dios y yo por Ermes Emmanuel
Hola a tod@s! Tengo, en esta ocasión, la oportunidad de escribir acerca de mí. Mi nombre es Ermes Emmanuel Liriano Capellán, tengo 21 años y nací en Santo Domingo en las Caobas de Herrera. Yo soy el primer hijo de un matrimonio maravilloso, trabajador y honesto: Ermes Gregorio Liriano Cena y Pilar Capellán Gutiérrez. Mis hermanos, Angel Tomás (18 años) y Pilar Nathalie (15 años), y yo crecimos en un barrio que desde el principio contó con la presencia de los mercedarios. En las parroquias de ellos, he recibido todos los sacramentos de iniciación cristiana: Bautismo (Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe), primera comunión (Parroquia San Pedro Nolasco) y la confirmación (en el 1er año de Postulante).
Mis padres son católicos, pero nunca se caracterizaron por ser particularmente religiosos. No obstante a eso, ellos nunca se opusieron, y siempre apoyaban de buena gana mis iniciativas dentro de la Iglesia católica, como por ejemplo, pertenecer al coro de los niños. Como resultado de nuestra última mudanza para Bayona, terminé perdiendo el contacto con la iglesia. Unos años después aconteció que, por la "insistente" invitación de un vecino (hoy en día, grande amigo), comencé a participar en la Pastoral Juvenil Salesiana. Se sumó a eso también, el re-encuentro con un antiguo catequista (Luís Antonio) que era postulante mercedario, por él me uní a un coro de nuevo.
Sin darme cuenta, había reiniciado mi camino de fe y mi vida en la Iglesia. Hubo poco tiempo entre mi regreso a la vida parroquial y la fuerte atracción que empecé a sentir por el estilo de vida de los sacerdotes y seminaristas de la comunidad. Terminé el bachillerato y no estaba seguro sobre lo que debería hacer: “¿y ahora que?”. En realidad, no tenía suficiente seguridad como para iniciar un proceso serio con los mercedarios en aquel momento; entonces terminé entrando a la UASD, pero bien consciente de que quería conocer mejor y discernir mas sobre mi vocación.
Después de estudiar durante un año en la universidad de ingeniería, expresé a mis padres con gran determinación mi fuerte deseo de ingresar en el postulantado de los mercedarios. Incluso con algunos malentendidos por parte de mi familia y allegados, entré a la Orden como postulante en enero 7 del año 2006. Hoy, soy mercedario. Maravillosas experiencias he vivido dentro de la Orden de la Merced. Todas estas vivencias me han revelado el gran amor de Dios por mí y han confirmado el llamado que Jesús me hizo hace unos 5 cincos años atrás. Me siento redimido por Dios y le doy gracias con gran alegría por mi vocación, que también es una invitación a seguir redimiendo. Es bueno vivir sabiendo cual es nuestra razón de ser.
ermes_jr@hotmail.com
Tres Quijotes en Santo Domingo
tomasito01es@yahoo.es
Tres Quijotes en Santo Domingo
Desde hace dos años, José, Santiago y Tomás, conviven en la misma comunidad religiosa e intentan ofrecer una palabra de fe y libertad en Santo domingo, en el barrio de Las Caobas. Ellos tienen muchas cosas en común, pero hay dos que les hace ser distintos, diferentes, especiales y únicos en su especie. Los tres son mercedarios y manchegos, de la provincia de Ciudad Real para ser más exactos.
Villarrubia de los Ojos y su Virgen de la Sierra vieron nacer y crecer a José (Pepe, como le conocen en el pueblo). Famoso era por ir de sitio en sitio haciendo piruetas y acrobacias. Y de salto en salto, de pirueta en pirueta ha visto cómo la gran mayoría de sus años han sido dedicados a las misiones. Primero en África (Rwanda y el Zaire), esquivando disparos y huyendo de la violencia de la guerra; después Puerto Rico y, ahora, en Santo Domingo, recorriendo, como buen Quijote, cada posada, cada casa, cada hogar, cada comunidad que se le ha confiado como párroco de Ntra. Sra. de Guadalupe.
En Herencia aún recuerdan las travesuras de Santi que las mataba callando, pero que nunca se olvidaba de ir a las Flores de Mayo a cantarle y rezarle a la Hermosona. Ella fue la que inspiró su vocación misionera y la que lo llevó a tierras caribeñas para encargarse de la Formación de los jóvenes que quieren ser el día de mañana mercedarios y dedicar su vida a la redención de cautivos. Como buen Quijote, tiene su Dulcinea, que es María de la Merced.
A Tomás, en Fuente el Fresno, le recuerdan todos sus amigos de colegio como el compañero que quería ser misionero, y más de uno le dice en alguna ocasión: “Has conseguido tu sueño”. Tomás dejó los molinos de viento de la Mancha y se marchó a Santo Domingo para luchar, como buen Quijote, contra los molinos de la insolidaridad, de la injusticia, de la marginación y de la pobreza. Allí dirige y coordina la Fundación Niños Limpiabotas La Merced, donde se intenta ofrecer un futuro mejor a esos niños que viven la explotación infantil.
Los tres son muy Quijotes, y sueños no les faltan… Pero saben también, como Sancho, que la realidad es la que es y que hay que luchar mucho para cambiar las cosas y que todos podamos vivir en un mundo más justo y más igual para todos.
Si alguien busca la Embajada de Ciudad Real en República Dominicana, ya sabe dónde está: en la capital, en el barrio de Las Caobas, en esta comunidad mercedaria que sueña con un nuevo amanecer en libertad.