martes, 13 de septiembre de 2011

La JMJ y yo... por Yasmin Dishmey

No solía deslizarme en el suelo a compartir experiencias con personas de naciones distintas como lo hice en el verano que pasó. Mucho menos, descifrar frases de vida en otros idiomas, vociferar al viento hasta más no poder palabras de aliento, tirarme encima de la muchedumbre en las calles de Madrid para verle tan sólo el gorrito rojo al Papa, intercambiar conocimientos; culturales, religiosos, una misma fe, ideología, valores, y sobre todo un mismo Dios con jóvenes de todo el mundo. ¡Qué coincidencia! Al parecer todos los que estábamos en la Jornada Mundial de la Juventud tuvimos telepatía o seguíamos un mismo objetivo.


Sí, teníamos un mismo objetivo. Ese encuentro con jóvenes de más de 180 naciones simplemente lo que buscábamos era revivir, alimentar y nutrir la fe a través de una celebración de fe. Una fiesta en donde el gozo y la alegría se unían inseparablemente para encontrarnos aún más con Cristo, luego compartir nuestras vivencias, y dar un testimonio vivo en esta sociedad contemporánea.

Nuestro Papa Benedicto XVI, nos dejó muy bien en claro lo siguiente: “No os guardéis a Cristo para vosotros mismos. Comunicad a los demás la alegría de vuestra fe. El mundo necesita el testimonio de fe.”

Como mercedaria me fui con un legado de liberación, el mismo no se quedó en lo teórico sino que fue llevado a la práctica mediante las diferentes actividades que realizamos en la jornada, ya sea, en las misas dominicales, en el recibimiento del Papa, en las formaciones u oraciones espirituales recibidas, entre otras cosas. Pero con la que más me quedo, es con el Encuentro Mercedario de todo el Mundo porque logramos ser realmente una familia mercedaria y pudimos unirnos en la fe.

La JMJ la viví como música porque a las personas que me rodeaban cuando me decían algo o decían algo las escuchaba estruendosas y caóticas, a otras suaves y tiernas, pero era porque de algún modo emanaban alegría y jubilo, y quién le daba la fuerza inspiradora para que esas palabras liberadoras sonara a fin de cuentas como una melodía era nuestro compositor, Jesús.

Sin dudas, comparto lo que canta Enrique Iglesias: ♫Fue una verdadera experiencia religiosa♫.

1 comentario:

Aurora dijo...

La verdad q es una experiencia q nunca se olvidara, y mas cuando ves q tantos y tantos jovenes vamos a lo mismo.
Me ha encantado el poder compartirla con vosotros x q sois geniales, y q sepais q ya formais parte de mi vida.
Un besazo enorme desde un rinconcito de España.

Aurora