jueves, 7 de abril de 2011

Con Otras Palabras por Pabel Alba Hernández

No nos hemos percatado que…

Aunque pidamos el 4% para la educación debemos primero aprender a no tirar basura en la calle, respetar las señales y leyes de tránsito, respetar los espacios públicos (hospitales, parques, autobuses…), ejercer un buen derecho al voto que garantice la seguridad y los servicios básicos a todos los ciudadanos, conducirnos hacia los demás de forma respetuosa, participar en el desenvolvimiento escolar de hijos, primos, sobrinos, es decir, estar dispuestos y atentos a colaborar con las necesidades de las escuelas que están a nuestro alrededor, ayudar a las personas que necesitan de nosotros al cruzar la calle, investigar acerca de todo lo relacionado con la educación en nuestro país, para con ello no aparentar un borrego de quienes patrocinan la asignación presupuestaria del 4% del PIB para la educación. Y lo más vergonzoso: no permitir que artistas que apoyan esta propuesta se dirijan con palabras obscenas ante niños y adultos que se congregaron el domingo en aquella plaza. ¡Qué 4% ni que nada!

Hasta que en nuestra vida no pongamos un 4% a leer el periódico, libros, revistas, buenas páginas en internet, investigar palabras que desconozco, analizar y ser crítico ante lo que leo, no podemos exigirle al gobierno ni políticos ningún aumento para la educación. El cambio debe empezar por nosotros, debe ser reflejado este deseo en la forma en cómo vivimos y lo que hacemos para salir de la laguna tan grande en la que estamos sumergidos.

No nos vale tener un 4, 5 o 6% en educación si la administración hará con ellos lo que hasta ahora, lo que le venga en gana. Debemos primero cambiar nuestra forma de gobierno, nuestros gobernantes. No este ni el otro, ni mucho menos el anterior. Hay que modificar la manera del ejercicio político en nuestro país.

El buen cristiano, el auténtico, rectifico, simplemente el cristiano, está llamado a unirse a las luchas de su pueblo, a sufrir las necesidades que este padece, pero debe, en primer lugar, intentar aportar algo desde su propio conocimiento y con sus propios criterios. Que esta lucha del 4% empiece en casa, en tu casa, en tu vida. No le dejemos esto a los demás, de vez en cuando lee una revista, un libro o una hoja de periódico y verás cómo la educación podrá cambiar.

No te dejes llevar por la multitud, por que muchos están, si lo vas a hacer hazlo con una conciencia dispuesta a que el cambio empiece por ti. “A ti te lo digo: levántate y hecha andar”. ¡Vete y haz tú lo mismo!

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