“El tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades” Mt 8,5-17.
En este texto completo de Mt 8,5-17 primero aparecen dos curaciones de Jesús en las que se hace referencia a las personas y sobre el cómo se desarrolló la sanación, para que estos hechos queden como testimonio para la comunidad y los curados sean testigos de la obra de Jesús en sus vidas. Luego Jesús expulsa demonios y cura enfermos (no dice cuántos eran), sólo menciona el hecho para enseñarme que ante el dolor, el sufrimiento, la enfermedad, el mal, Jesús se compadece, y así se cumple en El la profecía de Isaías: “ El cargó con nuestras enfermedades” Is 53,4.
Por eso creo que el mal nunca es voluntad de Dios: que atracaran y asesinaran a esa joven, que la madre de esos cinco niños muera en un accidente, que ese niño de siete años tenga que trabajar para mantener a su familia, que esa familia se acueste con el estómago vacío porque no tienen que comer, que…, que… No, eso no es voluntad de Dios porque El nunca quiere el mal: El es el AMOR en plenitud. Un Dios así sería muy pequeño, muy pobre, limitado, ya no sería Dios. La voluntad de Dios siempre busca lo bueno, lo verdadero, lo bello y por eso Jesús duró 33 años haciendo la voluntad del Padre, se alimentaba de la voluntad del Padre y nos pide que oremos para que se haga la voluntad del Padre tanto en la tierra como en el cielo.
El mal que nos rodea y padecemos es la consecuencia de lo que los seres humanos hemos construido y hacemos con la obra que Dios puso en nuestras manos y bajo nuestros pies. Y en medio de esto Jesús se com-padece y nos libera de las cadenas obra de nuestras manos.
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