sábado, 10 de abril de 2010

LD: Lectio Divina por Miguel Ángel Arias Perez, Monje Cisterciense (Jarabacoa)


¡ALELUYA, EL VIVE!

“Entonces entró el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.”
 Juan 20,1-19

Ha vencido el amor. Todo no terminó en la cruz, ni en el calvario ni en el sepulcro, ¡no! Al contrario, allí comenzó el triunfo del amor y nuestro triunfo. Por tu amor a nosotros Jesús, has transformado la cruz de símbolo de muerte en el símbolo del amor, pintándola con tu propia sangre para que todos al verla digamos: la muerte no tiene poder, el mal no tiene poder, las circunstancias difíciles que vivo no pueden destruirme, la depresión no me va a derrotar, la cruz que cargo en mi vida no podrá conmigo; y eso lo demostraste tu mismo al resucitar. Nadie te quitó la vida, Tú la entregaste libremente para darnos tu Vida, la Vida. Y esa fuerza y esa esperanza que tu nos das la siento en el chiripero que cada mañana sale a la calle a pelear con el sol, el calor y el cansancio para alimentar a su familia, en la madre amorosa que cuida su hijo discapacitado mental, en el estudiante que por encima de los inconvenientes del trabajo y la pobreza es de los mejores en su clase, en el limpiabotas que sonríe cargando su caja y no olvida sus libros porque quiere ser ingeniero, en el joven que dice ¡no más droga! y resucita a una vida nueva, en la madre soltera que se da por entero en la casa y en el trabajo para darle lo mejor a sus hijos…, en mi familia, mis amigos, mis hermanos de comunidad, en todos los que me encuentro… Sí, ahí estás Tu vivo y resucitado y me resucitas a mí dándome nuevos ojos para verte en todos los que me rodean y en toda la humanidad y un corazón nuevo para amarte y adorarte en cada uno de ellos.
¡Amén, Aleluya!

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