“El que es incapaz de perdonar, es incapaz de Amar”
Perdón por aquel mendigo, por aquella lágrima que hice brillar; perdón por aquellos ojos que al buscar los míos no quise mirar.
Señor, no le di la mano; se encontraba solo y lo dejé partir. Perdón por no dar cariño, por sólo buscarlo y ¡tan lejos de Ti!
Señor, ¿Por qué soy así? Estoy como ciego, no sé comprender. Señor, tú eres mi esperanza, ¡dame tu mirada que se te sepa ver!
Las lecturas bíblicas de esta semana traen a colación uno de los temas que tanto a nivel eclesial como personal debemos trabajar en esta cuaresma: el perdón.
“Setenta veces siete….”, “¿no debías tu también tener compasión de tu compañero como yo tuve de ti? Mt 18, 21-35” “este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, Lc 15”. Son una de las tantas lecturas que nos ayudan a entender la importancia que le dio Jesús al perdón y lo necesario que es para nuestra tranquilidad espiritual, como para nuestro acercamiento con él.
Y es que esta palabra es corta y fácil de pronunciar pero difícil de llevarla a la realidad en un momento concreto de nuestra vida. Y es que manteniendo ese dolor, rencor dentro de nuestro corazón nos va matando cada día y nos va alejando de Dios. Aunque no nos demos cuenta, cuando nos negamos a perdonar, nuestro corazón esta cerrado, y así como de él no sale misericordia, tampoco deja que entre, la misericordia de Dios.
Qué podamos limpiar las llagas de desamor para con los demás. Qué podamos abrir nuestro corazón a las personas. Qué aprendamos a perdonar y a pedir perdón.
“Rasgad los corazones y no las vestiduras…” que Dios nos ayude a no vivir de apariencia sino a vivir de corazón, a vivir de entrega total a los demás. ¡Vete y haz tú lo mismo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario