miércoles, 28 de octubre de 2009

"Dios me cerró los ojos, ahora puedo ver" por Yanna Dishmey

En días pasados los jóvenes de la Pastoral Juvenil Vocacional Mercedaria PJ(V)M fuimos testigos de una fascinante película llamada Bella. Bella, protagonizada por Eduardo Verastegui aborda un abanico de temas y sentimientos que van desde la solidaridad, el egoísmo, el volver a comenzar, el mirar desde dentro, la gratitud, el gran valor de los demás hasta el que podríamos decir, el más importante y en ocasiones el menos llevado a cabo “el cómo vivir intensamente”.

Pero algo que no debemos de pasar por alto, y menos en estos momentos en los que andamos tan rápido por la vida y donde ya casi nada nos sorprende ni deslumbra, es una de las frases de más renombre dentro de la película citada por un ciego de una de las inmensurables calles de los Estados Unidos la cual aludía lo siguiente: “Dios me cerro los ojos, ahora puedo ver”. Y es que cuando los ojos están ciegos es necesario buscar con el corazón. Es admirar todo lo bello que la vida nos ofrece día a día, es seguir amando y disfrutando intensamente lo que somos, lo que hacemos, lo que anhelamos, creemos, degustamos, olemos, iniciamos, apoyamos…,e insisto, para estas cosas no son necesario nuestros ojos.

Es como dice Antoine de Saint-Exupery en su obra El Principito: No se ve bien sino con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos. Tal vez nuestros ojos no son capaces de ver mas allá que de la superficie, sin embargo nuestro corazón sí, y esa oportunidad de seguir latiendo aceleradamente cada vez que nace el milagro de la vida no se la podemos quitar a él, y mucho menos a nosotros, que somos quienes realmente lo disfrutamos.

Y sin darnos cuenta nos hemos encaminado por otro de los temas claves de la película, el dirigir nuestra vida con el corazón, y cuando digo con el corazón es con todo nuestro ser, con todo lo intenso que llevamos dentro, con pasión. Es hacer, hablar, obrar, mirar, cantar, bailar, reír, amar (sobre todo) como si fuera la primera vez y al mismo tiempo la última.

No olvidemos que la vida es una obra de teatro que no permite ensayos. Por eso, canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos.

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