viernes, 24 de agosto de 2012

Con Otras Palabras por Pabel A. Alba Hernández

Ser (por y para) los demás




Como cada día la madre se levantaba bien temprano para poder ir a buscar la comida necesaria para alimentar a sus crías. Eran pelícanos que les encantaban los peces bien frescos. No imaginaban el trabajo que le costaba a su madre poner este alimento día tras día en la mesa. Ella sí imaginaba el placer que provocaba en sus hijos este manjar.

Un buen día, gracias a la ayuda de los humanos, el mar se contaminó y todos los peces murieron. La madre al ver semejante catástrofe se sintió indignada ya que no sabía con qué iba alimentar a sus pequeños. Pasó toda la jornada recorriendo el mar con la ilusión de conseguir tan siquiera un pez. Su búsqueda fue un fracaso.

Ya en casa se percataba del hambre que padecían sus criaturas y sin pensarlo dos veces con su pico empezó a punzar en su pecho en busca de comida, manaba sangre pero sobre todo, alimento capaz de satisfacer a sus hijos. Era su propia carne, sí. Estaba dispuesta a sufrir y hasta morir para dar de comer a los suyos.

Es sólo una historia que ilustra una realidad. Los pelícanos son capaces de sacrificar su vida si de alimentar a sus crías se trata.

Alguien también ha sido capaz de sufrir y morir para ser alimento de VIDA y SALVACIÓN.

Los pelícanos actúan por instinto. Él lo hizo por amor. ¿Y tú? ¡Vete y haz tú lo mismo!

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