viernes, 10 de agosto de 2012

Con Otras Palabras por Pabel A. Alba Hernández

Yo vengo a ofrecer mi corazón

Sumergidos en las diferentes crisis por la que está padeciendo nuestra sociedad. Crisis económica, de valores, de fe, de identidad, de ideologías… crisis de SER HUMANO. ¿Qué es la vida? ¿Qué papel jugamos nosotros en este mundo? Y esto simplemente resulta de un buscar explicación a la propia vida, a la misma existencia.

No sabía porque desde hace algunos días llevo en mi mente la canción “Yo vengo a ofrecer mi corazón” y hoy creo haberle encontrado sentido. Recuerdos van pasando sobre mi cabeza y me voy percatando de que no todo está perdido. Seis jóvenes con las que he podido compartir formación aquí en España han decidido ofrecerse por completo, sin división, a Dios. Y eso mismo me ha ayudado a situar también mi propia vida y mi experiencia.

Siete jóvenes de diversas nacionalidades que en pocos meses nos arriesgamos a la aventura de volver a decir que sí. Esta vez de una forma diferente. Nuestro sí es una gracia, un despojo. ¿Una negación? ¡Qué va! Una aceptación de vivir al estilo de Cristo. Aceptamos ser amor; aceptamos construir el reino; aceptamos la felicidad; aceptamos la caridad; aceptamos la libertad; aceptamos ser Merced.

¿Qué ganamos con todo esto? ¿Van a mejorar las precarias situaciones que se viven en el mundo? Es simplemente decir “aquí estamos”. Con nuestras debilidades, escasez humana, torpezas y errores; pero con la ilusión de vivir en una tierra mejor. Es posible que no consigamos nada, pero también es posible que consigamos mucho y ante la indiferencia preferimos tomar la aventura. Es cierto que es más difícil vivir que dejarse morir y nosotros al igual que muchos jóvenes en este mundo, hemos decidido lo más difícil, vivir. No vivir para nosotros sino en Dios para los demás.

¿Con qué herramientas contamos? Nos basta la gracia, su Gracia y el sentirnos invitados a participar de una vida nueva. Una vida donde lo humano, las personas, juegue un papel principal.

¿Qué si lo tenemos todo claro? Pues para que decir que sí, si No. Sólo nos queda decir: En la duda, confía. En la incertidumbre, confía. En lo malo, en la tristeza, en Dios que todo lo puede, confía.

¡Vete y haz tú lo mismo!

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