sábado, 21 de abril de 2012

Con Otras Palabras por Pabel Alba Hernández

El mendigo de amor

Se pasó toda su adolescencia con “amigos”, aquellos que no eran capaz de reconocer sus dones y carismas; aquellos que le despreciaban. Su nombre era José.

Fue creciendo y cada vez más iba perdiendo el valor inmenso de la amistad, se dio cuenta que sólo servía para sufrir.

Un buen día José encontró alguien que para él sería “muy especial”. Poco a poco se fue dando una química entre ellos que ya no eran capaces de llamarse amigos sino hermanos.

Por su parte había también otra persona, Lucas, que tras experiencias negativas igual que José, sentía que con éste había encontrado el valor de la amistad. Sólo había un problema. Este joven, Lucas, era capaz de bajar la luna si su amigo se lo pidiera, mientras que José, que también le apreciaba, no era capaz de reconocer el valor tan grande que tenía a su lado, y era su amigo.

Otra vez más le sucedió lo de siempre, su primer amigo, aquella persona que era como su hermano, lo defraudó y simplemente lo olvidó. Él sabía que no estaba solo, que tenía un amigo capaz de dar la vida por él, pero su corazón añoraba la presencia del otro.

Algunas veces tenemos a nuestro lado tesoros inmensos como amigos y hermanos de caminos y no somos capaces de valorarlos. Nos enfocamos en personas que no siempre merecen lo mejor de nosotros, personas que simplemente hay que dejar volar.

¡Quien encuentra un amigo, encuentra un tesoro! Valóralo y entrégate hasta el final, y sobre todo, sin miedos. ¡Vete y haz tú lo mismo!

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