sábado, 14 de abril de 2012

Con Otras Palabras por Pabel Alba Hernández

Mariposa

La niña había encontrado algo con qué entretenerse, con qué pasar todos los días momentos de felicidad. Para los demás era un simple gusano, una oruga. Pero para ella era un ser súper especial.

Era además el consuelo donde reflejaba la situación de su casa, su padre había muerto semanas atrás y su madre estaba llorando todo el día y a cada hora. Le había pegado duro la ausencia de su esposo.

Un buen día la niña, que nunca dejaba ni un instante sola a su criatura, se movió pocos minutos, cuando regresó se dio cuenta de que su oruga ya no estaba, se la habían robado, exclamó,

Fue rápidamente a contarle a su madre lo ocurrido y juntas fueron al lugar de los hechos. Se encontraba allí una hermosa mariposa. Fue allí donde la madre le explicó todo lo que debe pasar una oruga para llegar a ser una brillante y colorida mariposa.

Días después la niña, como todos los días, encuentra a su madre entre sollozos, esta vez se detuvo y le dice: papi es igual a mi oruga, tuvo que morir pero es solo para convertirse en una hermosa mariposa.

Jesús padeció y murió, pero resucitó. Ya no estamos en tiempo de llorar, ni de sentirnos tristes. Porque él, a la muerte con su muerte derrotó. Nosotros también estamos llamados a convertirnos en mariposas, a ser como él.

No es un lujo, ni un diamante, Jesús simplemente es vida y VIDA en abundancia.

“La vida se nos da y la merecemos dándola” ¡Vete y haz tú lo mismo!

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