Había una vez una anciana que solía meditar a las orillas del río Ganges. Una mañana, al terminar su meditación, vio a un alacrán que flotaba indefenso en la fuerte corriente. Conforme el alacrán se acercaba, quedó atrapado en unas raíces que se extendían dentro del río. El alacrán luchaba frenéticamente por liberarse, pero cada vez se enredaba más. Ella se acercó inmediatamente al alacrán que se ahogaba, quien en cuanto ella lo tocó, la picó. La anciana retiró su mano, pero en cuanto recuperó su equilibrio, nuevamente trató de salvar a la criatura.
Cada vez que ella lo intentaba, el alacrán la picaba tan fuerte que su mano se llenó de sangre y la cara se le descomponía por el dolor. Un hombre que pasaba y vio a la anciana luchar contra el alacrán le gritó: “¿Estás loca? ¿Quieres matarte por salvar a esa cosa odiosa?” Mirando al extraño a los ojos, la anciana respondió: “Si la naturaleza del alacrán es picar, ¿Por qué debo negar mi propia naturaleza de salvarlo?”
Joan Chittister
No hay comentarios:
Publicar un comentario