viernes, 2 de diciembre de 2011

4/12/11 Evangelio y Vida por Fray José Muñoz, mercedario

PREPARAD EL CAMINO. ¿QUÉ CAMINO?

Desde mi más tierna infancia me habían fascinado las carreteras, y dediqué el tiempo a aprender todo lo posible para convertirme en el mejor ingeniero de caminos. Bien es verdad que no pude reservar mucho tiempo para otras cosas, pero cuando estuviera instalado tendría tiempo para todo eso que se había quedado por el camino.

Con mi diploma en la mano afronté la primera entrevista con la seguridad de salir airoso, y efectivamente nada más ver mis notas me dieron un contrato. Con el contrato en la mano me dispuse a recuperar aquello a lo que no había podido dedicar mucho tiempo.

Primero fui a buscar a mi novia, ¡que contenta se pondría, ahora podríamos hacer realidad el futuro del que siempre habíamos hablado!, pero cuando me abrió la puerta apareció con su esposo, al parecer no pudo esperar tanto tiempo. Me dio una foto de la boda.

Con el recuerdo de su boda en la mano me fui a mi casa para dar la buena noticia a mis padres, pero cual no fue mi sorpresa cuando mi hermana me dijo que llegaba un poco tarde, papá murió hace dos años, y mamá falleció seis meses después. Ocupado como estaba con los estudios no me percaté de la noticia.

Con la foto del recordatorio del funeral fui a ver a mi amigo Enrique, me prometió que al terminar de estudiar compartiría con él una casa que tenía alquilada hasta que me pudiera independizar. Por eso me sorprendí cuando me dijo que ya había alquilado la habitación a otra persona un mes atrás. Se justificó diciendo que como no le había vuelto a llamar desde entonces, pensó que ya no necesitaba la habitación. Me dejó su tarjeta de visita por si se me ofrecía algo nuevo.

Con la tarjeta en la mano pensé que podría arreglar grandes caminos, pero quien me ayudaría a arreglar el camino que yo había perdido?

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