Cada semana encenderemos una vela de Adviento. Con cartón o cartón pluma, podemos pegar el anverso y el reverso de los folios en los que estén impresas las velas. El anverso irá con la vela apagada y con el fondo negro, de oscuridad. Al dar la vuelta nos encontraremos con la vela encendida de cada una de las semanas hasta llegar a Navidad. Estas velas se pueden colocar en el ambón o delante del mantel del altar o en el sitio que sean más visibles para que en el momento de encender las velas o en la homilía podamos dar la vuelta a la vela apagada y así quede encendida con el lema o el contenido de cada uno de los domingos.
La mecha que hay en cada una de las velas es el deseo inscrito en lo más interior del ser humano de dejarse prender por la LUZ de Aquel que viene y que es el único que puede dar sentido e iluminar nuestra existencia.
Veamos el significado de cada una de las velas de los cuatro domingos y de la Navidad:
- Primer Domingo: La vela nos invita a despertar, a iniciar el camino por el lugar correcto, a abandonar lo que nos impide prepararnos para la venida de Jesús.
- Segundo Domingo: La vela nos lanza a ponernos en camino, como Juan el Bautista, limpiando y arreglando tantos obstáculos e impedimentos que nos imposibilitan la llegada a Belén.
- Tercer Domingo: La vela nos hace buscadores de la LUZ verdadera. Para ello hemos de orientarnos con la brújula de la Palabra de Dios.
- Cuarto Domingo: La vela nos introduce en el Corazón de María, que es un corazón que acoge y que es propiedad absoluta de Jesús.
- La vela de Navidad: La LUZ nace en nuestros corazones, en nuestras vidas y nos inunda con su Amor.
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