domingo, 6 de noviembre de 2011

6/11/11 Evangelio y Vida por Fray José Muñoz, mercedario

AUN QUEDA TIEMPO


En medio del bosque se divisaba una pequeña pradera que había sido tomada en propiedad por un grupo de ardillas. La mayor parte del día se la pasaban correteando, persiguiéndose entre juegos, mientras mordisqueaban los frutos de los árboles: avellanas, nueces, almendras, bellotas, todo en abundancia. Pero a medida que pasaban los días se veían más frutos en el suelo que en lo árboles.

Una de las ardillas más observadora se lo hizo notar a las otras. Algunas le hicieron caso, pero otras prefirieron seguir con sus juegos. “Hay muchos árboles y aun queda mucho tiempo” decían entre risas.

La ardilla observadora y otras cuatro más se pusieron a trabajar. Encontraron un viejo roble cuyo tronco estaba hueco y decidieron almacenar allí parte de los frutos que iban recogiendo, y así alternaban el trabajo y el juego. De vez en cuando les recordaban a sus amigas que tenían que hacer algo parecido, pero estas respondían entre burlas que no había prisa, que aun quedaba mucho tiempo.

Como ocurre en ocasiones, el invierno se presenta de repente y si avisar. Las ardillas juguetonas constataron este hecho cuando fueron a buscar su ración diaria a los árboles más cercanos vieron que estaban pelados, y las semillas del suelo estaban vacías, siguieron hacia el interior del bosque pero todos los árboles que conocían estaban igual. Volvieron al prado y llamaron a las otras ardillas para pedirle que les dieran de los frutos que habían recolectado.

Pero estas les dijeron que no sabían si habría suficiente para ellas durante todo el invierno, lo mejor es que fueran un poco más lejos a buscar otros árboles de los que nunca habían tomado sus frutos para ver si aun quedaban y que se pusieran a recolectar. Mientras descansaban placidamente en el hueco de su árbol royendo algunas nueces para disfrutar de un merecido descanso.

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