¿QUIÉN ES ESE REY?
El peregrino iba con cautela, en otras regiones le habían asaltado. Pero tras recorrer algunas millas solo vio un campesino, que al descubrirlo lo llamó y le invitó a compartir un vaso de agua.
El peregrino lo agradeció, otros al verlo se apartaban de él.
El campesino le dijo que tenía que seguir con su labor debía llevar parte de la cosecha al rey.
Ya en la aldea se felicitaba por no haber sido atracado. Entró a una taberna para calmar el hambre, lo hizo con precaución porque en esos lugares siempre había gente buscando pelea, y fue una grata sorpresa verlos tranquilos y alegres, compartiendo una jarra de vino o de cerveza.
Continuó hacia el mercado, allí reinaba un ambiente acogedor, cada uno pregonaba su mercancía y nadie se peleaba, instintivamente echó mano a su monedero, aquel lugar era idóneo para los pequeños que se escurrían entre la gente después del robo, pero no vio ningún niño. Cuando preguntó a un comerciante donde se encontraban, este le dijo que en la escuela. No se lo podía creer.
Se acercó a la posada para pedir una habitación, pensando que tendría que pelear el precio, pero el posadero le pidió una cantidad muy pequeña.
El peregrino no aguantaba más y se sinceró con el posadero. “Imagino que deben tener un rey muy estricto, he visto a un campesino que preparaba el diezmo de la cosecha, no hay salteadores de caminos, ni se pelean en la taberna, ni hay chiquillos en el mercado, y usted no ha intentado aprovecharse de mí. Debe dar unos castigos excesivos para que la gente le tema tanto”
“Al contrario- dijo el posadero, es un rey amable. Cada uno paga el diezmo que considera oportuno, y él lo distribuye entre los más necesitados. Hemos aprendido que no vale la pena pelearnos hay suficiente para todos y el rey es el más generoso, no hay guardias ni policías, no hacen falta.
¿Y quien es ese rey?- le dijo el peregrino- me gustaría conocerlo.
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