Hace unos meses, a la salida de una cafetería, coincidí en Madrid con unas religiosas Vedrunas, creo que alguna de ellas pertenece al grupo Ain Karem, pero no pude agradecerles entonces porque no lo sabía. Sus canciones me han acompañado en este último tiempo, en el coche, en celebraciones, rezando en casa con la comunidad…y al comenzar el curso quiero agradecérselo, también en nombre de mucha gente que las celebra. Querría llevar adentro algunas de sus canciones para el camino que se abre en este año, poder andarlo con suavidad y ligereza, sabiendo que lo mejor del viaje es la compañía que en él hallamos, los rostros con lo que vamos resonando. Dice un proverbio africano: « Toda relación es un regalo del espíritu que requiere nuestra gratitud y nuestra disposición a entender porque el espíritu nos ha reunido ».
Nos hace bien caer en la cuenta de aquellas personas que son nuestro lugar de arraigo, allí donde compartimos dones y recibimos de los demás los suyos, para poder agradecer y afirmar la vida. Esta vida concreta nuestra. Hace poco leí algo que me ayudó, decía más o menos así: « Buscamos otro lugar, otro tiempo, y pensamos, no aquí, no ahora, no esto…y justo lo que nos dispone a la vida es lo contrario: Sí aquí, sí ahora, sí esto ». Ese abrir nuestras manos a lo que se nos ofrece en este momento, sin juzgar, sin querer otra cosa, aceptando lo que es, tomándolo confiadamente; como el «hágase» de María. Esa receptividad que nos devuelve el gusto por vivir, la luz en los ojos, y las ganas de ir diciendo a la gente que encuentras: «me alegra que existas, qué regalo saberte ahí».
Me río porque me viene ahora lo que decía una joven acerca de las monjas: « unas mujeres ocupadas que siempre tienen prisa », y quisiera en este curso que estrenamos saber soltar esas prisas y esa ocupación, y poder ofrecer un espacio tranquilo, abierto, tejido de calidez y porqué no, también de belleza, donde poder recibir sin premura. Lo agradezco tanto cuando lo encuentro en otras.
¡Gracias, Ain Karem, por ser «compañeras de viaje» y por recordarnos, con la mujer cananea, que Él « nos da el pan y la vida, la salud y la salvación »!
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