jueves, 4 de agosto de 2011

7/8 Evangelio y Vida por Fray José Muñoz, Mercedario


¿QUIÉN TIENE MÁS FORTALEZA?


Los fenómenos atmosféricos discutían, cada uno porfiaba de ser el más fuerte y poderoso, el más dotado por Dios, ante el cual se inclinaban con más facilidad todos los seres de la tierra incluido el ser humano. El huracán resoplaba, la tormenta echaba chispas, el maremoto salpicaba y el terremoto estremecía, pero ninguno convencía a los otros.

Decidieron hacer un concurso, que cada uno actuara durante un espacio de tiempo determinado, el que consiguiera doblegar al ser humano sería el rey.

Comenzó el huracán que desplegó sus mejores cualidades soplando en círculos haciendo tambalearse el mundo, los objetos valioso volaban, algunas personas se caían, pero se volvían a levantar, cuando se pasó el tiempo descubrieron el desastre, pero las personas seguían en pie.

Le tocó el turno a la tormenta, que desplegó sus fuegos de artificio, todo eran rayos y truenos con una copiosa lluvia, a veces convertida en granizo. Su paso fue demoledor, inundaciones y ríos desbocados, pero la gente seguía en pie, achicando agua y secando sus enseres.

Le siguió el terremoto, que fue subiendo de grado en la escala de Richter, abriendo grandes fosas y derruyendo edificios, al terminar vio que la gente cansada y sudorosa, con picos y palas desescombraba y rellenaba las grietas.

Ocupó su lugar el maremoto, creando un Tsunami que aterrorizó a todo ser vivo en la costa, pero cuando las aguas se retiraron las personas se afanaron por secar los lugares y recuperar las barcas.

Al fin actuó la ligera brisa con la que nadie contaba, y se limitó a soplar con suavidad dejando que el sol la atravesara con sus rayos. Las gentes, fatigadas de tanto desastre se dejaron caer al suelo para aprovechar la frescura el viento y la calidez del sol. Los demás fenómenos estuvieron de acuerdo: la brisa era la más fuerte.

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