viernes, 12 de agosto de 2011

14/8 Evangelio y Vida por Fray Alejandro Robertson, Mercedario

CREE EN LO QUE DESEAS, Y DESEA LO QUE CREES

Muchos de nosotros deseamos un sin fin de cosas, y nunca nos sentimos satisfechos ni estamos conformes con lo que la vida nos regala o arrebata, y menos con lo que Dios nos otorga como dones, ¿no los vemos o no queremos verlos?. Estamos lejos de encontrar aquellos deseos que realmente nos harán plenamente felices e interiormente satisfechos. ¿Será por qué deseamos sin poner mucha fe en Dios, o más bien, por qué entre todo lo que deseamos no está Dios?

El Evangelio de este domingo, cuya finalidad una vez es animar y acrecentar nuestra fe, nos ofrece una situación tan real como la vida misma: una pobre mujer, seguramente sola ante la vida, con una hija muy enferma y por su origen discriminada y rechazada por los demás; sin embargo, esta situación límite, a los ojos de Jesús es el lugar ideal dónde la fe en Dios y persistencia en la oración puede hacer verdaderos milagros. Jesús alaba la confianza que esta cananea pone en la misericordia de Dios: “Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que desea”.

Una vez más nos enseña que la fe, desde la sinceridad y la búsqueda del bien para los demás, tiene su recompensa. La fe cuando es sólida y verdadera se convierte en una poderosa arma capaz de vencer todo obstáculo. La fe cuando es confiada, sabe esperar contra toda esperanza. La fe cuando es insistente, se convierte en un método que nos hace pacientes y no desesperar.

No basta con desear sin más, para que estos deseos sean buenos y se cumplan, sino creer con mucha fe en Dios en aquello que deseamos, y desear aquello en lo que creemos, es decir, ver a Dios en nuestras vidas.

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