jueves, 28 de julio de 2011

Evangelio y Vida por Fray José Muñoz, Mercedario

¿DE DONDE SALIÓ TODO ESTO?

En el barrio estaban muy contentos, como cada año vendría el representante del distrito y ese día sería fiesta. Algunos se pasaban el año esperando este momento, y no es porque se fueran a arreglar los múltiples problemas del barrio, ya nadie esperaba que eso pudiera pasar, sino por el festejo y por la buena comida que se ofrecía en ese día. Al menos un día la gente era feliz, había que aprovechar.

Allí estaban todos, y cerca del palco de honor, directores de mantenimiento, encargados de supervisión, secretarios, ayudantes, asesores, y otros títulos que ya se me han olvidado, pero el representante no daba señales de vida, y, lo más sorprendente, las mesas que se destinaban al banquete estaban vacías.

Nadie sabía dar una respuesta. Al fin Jacinto, que tenía fama de investigador la consiguió: al parecer la empresa encargada de traer los alimentos había fallado a última hora y el representante no se atrevió a venir de vacío.

- ¿Y qué hacemos ahora?, ¡Para un día de fiesta que tenemos! A lo pobres siempre nos pasa lo mismo.

Alguien que tenía la casa cerca de la plaza apareció con un caldero.

- Esta mañana se me ocurrió hacer una sopa, ya se que no es mucho pero.

- Y yo tengo unos platos de la fiesta de la comunión de mi nieto, a ver para cuantos hay.

- Yo recogí la semana pasada unos guineos y creo que están maduros, lo voy a buscar.

- Esta mañana puse en el horno una arepa para mis hijos que vienen de visita, pero esta es una buena ocasión.

Al final todos en la plaza daban cuenta de un plato mientras reían y cantaban.

No hay que envidiar la abundancia externa cuando se cuenta con una gran riqueza de corazón.

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