viernes, 4 de febrero de 2011

Evangelio y Vida, domingo 6/2/11 por Fray Santiago Rodríguez.

En este país en el que la escasez de energía eléctrica está a la orden del día, todos conocemos el funcionamiento de un inversor: mientras que hay luz, ellos acumulan la energía, se cargan de electricidad, para que cuando la luz se vaya, ellos puedan suministrar la energía a toda la casa.

Y es que curiosamente, los cristianos somos como los inversores. Sí, sí, como los inversores. Me explico. Hemos recibido la luz de Cristo, su Palabra y su mensaje, y nos toca hacer llegar a todos los rincones del mundo esa luz de Jesús.

Es a lo que nos invitan las lecturas de este Domingo: a ser los nuevos inversores que acumulen la luz de Cristo en su interior para poder luego llenar de luz al mundo.

¿Y dónde puedes ser tú un inversor de la luz de Cristo? –En muchos lugares, pero especialmente: en tu familia, en tu comunidad, en nuestro barrio, en tu trabajo, en la política, allá donde hay un enfermo, en la misma Iglesia…

Pero hay que reconocer que en algunas ocasiones el inversor se daña y necesitamos recambiar las baterías para que siga funcionando. También nosotros necesitamos un chequeo de vez en cuando y ver el estado de nuestras baterías para que la luz que salga de nosotros sea de la mejor calidad.

¿Estás dispuesto/a a ser un inversor de la luz de Cristo? –

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