miércoles, 16 de febrero de 2011

Con Otras Palabras por Pabel Álba Hernández

¿Estos no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales?

He mirado a los hombres y he visto que hay dolor
Han perdido su timón ya no saben quienes son.
Ante manos atadas, ante bocas cerradas, ante corazones cautivos,
¿no habrá nadie que quiera liberar por amor?


Es una realidad que podemos saber de ella por medio de los periódicos, el internet, y a través de algunas personas que la han conocido, pero cuando te toca sentir esta situación en carne propia es donde te das cuenta de la realidad. Te das cuenta de que lo que te contaban era igual o peor como lo decían. Y eso me sucedió.

Visitaba yo la cárcel de la Victoria el pasado sábado y con lo primero que me encuentro es con el “mejor servicio al cliente del mundo” donde te hacen esperar alrededor de media hora para dejarte acceder al penal. Desde afuera te vas dando cuenta de que las cosas no marchan bien, pero es cuando entras a la “cárcel” que te das cuenta de la inhumanidad en la que “viven” aquellos olvidados de la sociedad. Te preguntas ¿realmente estos son hombres? ¿Por qué no lo tratan como tal? En esos instantes me acordé de aquél sermón que con ocasión al adviento proclamaba fray Antón de Montesinos.

El espacio para comer es el mismo para dormir, divertirse y celebrar entre una u otra religión su experiencia de Dios. Los espacios son demasiados reducidos, la cantidad de personas es mayor al lugar donde habitan, y yo me pregunto ¿Dónde están nuestras autoridades? Y rápidamente me doy cuenta de que tanto a este como al anterior y a los próximos que vendrán, no les importa en lo absoluto estas personas, ya que lamentablemente no suman votos ante una campaña electoral.

Luego nos quejamos de que las calles están azotadas por la delincuencia y no nos damos cuenta de que si no reformamos a aquellas personas que por haber cometido algún delito y/o a la mayoría que cumple injustamente una condena, veremos como resultado nuestra sociedad actual.

Debemos reclamarle a las autoridades que ellos también tienen derechos. Deben cumplir por lo que hayan hecho, pero deben hacerlo con un mínimo de necesidades cubiertas, salud, alimentación, privacidad y respeto.

Esta es una experiencia de impotencia y dolor pero es ahí donde te das cuenta de que en nuestros país hay muchos cosas por hacer y que la cárcel es una de ellas. De nosotros los jóvenes depende intentar formarnos para que cuando tomemos las riendas de este país podamos crear una sociedad habitable, donde reine el respeto y la justicia. Debemos reclamar por aquellos que no lo pueden hacer y ser la VOZ DE LOS QUE NO TIENEN. Y recuerda que cuando visites a alguno de ellos, a Dios también le has visitado. ¡Vete y haz tú lo mismo!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pabel, ¿te has imaginado que tú eres uno de esos internos de la cárcel? ¿podrías sobrevivir?

Pabel Alba dijo...

El ser humano está capacitado para vivir y sobrevivir en todos los ambientes en que le toque. Creo que este no sería excepción. Al principio se haría cuesta arriba pero con Dios nada hay imposible.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo contigo, Pabel, el ser humano puede adaptarse a cualquier cosa. Espero que ni tú ni yo tengamos que caer allí...