domingo, 23 de enero de 2011

DO 23/1 Evangelio y Vida por Fray José Muñoz, mercedario

VENID A MÍ

El jardín se encontraba en pleno apogeo, los visitantes podían disfrutar de la belleza que emanaba de cada rincón.

Algunas flores resaltaban por su exuberancia, o por la fragancia que emanaba de su interior, o por su extravagancia, y algunas por su simplicidad.

A esas horas de la mañana un diminuto protagonista iniciaba su tarea, una abeja que se proponía transportar la mayor cantidad de polen al panal.

Se dirigió a un macizo de flores llamativas, pero al acercarse a ellas descubrió que los pétalos tan coloridos estaban apretados y no podía llegar a los estambres y al polen !Demasiado cerradas esas flores!

Siguió hasta otro cuadro del jardín, las flores expelían un dulce olor que le atraía hacia el néctar, pero éste se encontraba en el fondo ¡Muy peligrosas esas flores!

Al fin se posó sobre unas flores de grandes hojas, carnosas y llamativas, pero los estambres no dejaban desprender el polen ¡Muy duras y tacañas esas flores!

Siguió hasta otro macizo de flores los estambres estaban abiertos y las flores eran amplias para posarse en ellas, pero vio algunos insectos que tenían las patas pegadas y no podía volar ¡Muy engañosas esas flores!

Al final descubrió, casi aisladas, unas margaritas, se acercó a ellas y fue colectando el polen, lo mismo ocurrió con unas rosas y unos claveles, no eran las flores más abundantes, ni las más bonitas, pero de cada una obtuvo algo, y con su cargamento se marchó en dirección a la colmena, no sin que antes se desprendieran algunos granitos que a buen seguro si caían en el lugar indicado a los pocos meses se convertirían en nuevas flores.

El jardín tenía muchas flores, pero no todas estaban dispuestas a satisfacer a nuestra abeja, a partir de ahora la margarita, la rosa, el clavel también serían parte del panal.

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