domingo, 12 de diciembre de 2010

DO 12/12 Evangelio y Vida por Fray José Muñoz, mercedario

 
¡QUE POCA COSA!

Cada día la misma historia. Salir de casa era todo un drama, porque una y otra vez se cuestionaba a si mismo.

- “Es que no vales nada”- pensaba- “estoy seguro que la gente se burla de mi. Los estudiantes, cuando van al Poli, esperan que pase y se ríen a mis espaldas, no les oigo, pero seguro que lo hacen, porque no me tienen respeto”

- “Hasta el empleado del colmado me mira con sorna porque me ve pequeñito y no me tiene en cuenta”.

- “Y en la comunidad ni se diga, todos parecen amables, pero no quiero pensar lo que dicen de mí, sobre todo las mujeres, porque ya se que no se me vestir con elegancia”

- “!Y el Padre, demasiado prudente es, nunca le he oído nada, pero seguro que no le faltan razones para criticarme porque como yo no tengo muchas letras!”.

Con estos pensamientos tan halagüeños seguía su camino, cunado acertó a escuchar su nombre.

-Señor Juan, señor Juan.

Su primera tentación era salir corriendo y evitar el compromiso, pero la voz sonaba cercana y no tenía tiempo de escapar. Debía enfrentar alguna posible humillación.

- ¡Que deprisa va usted, nadie lo diría con su estatura!

Juan ya se esperaba con paciencia la próxima burla.

- Que le decía a mi Luisito- señalaba la señora a su hijo pequeño- que tiene que ser un hombre de provecho, y como no tengo a quien acudir, usted ya sabe que mi marido murió hace año y medio, porque usted estuvo durante todo el velatorio, ¡y que gran ayuda fue para la familia! Le decía a mi Luís que si quiere tener un buen modelo, nadie mejor que usted, siempre a punto para ayudar, con esa disponibilidad, generoso, amable, sabe escuchar, listo como el que más. Habrá presidentes, ministros y reyes, pero a su lado se quedan pequeños.

Yo se lo digo siempre: Luís, si quieres ser alguien de provecho fíjate en el Señor Juan, nadie hay mejor que él.

 
 

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