martes, 21 de diciembre de 2010

Apariencia y Realidad por Mariola López Villanueva, rscj



Quizás saque tiempo para ir a pasear con un amigo, ver una buena película… Lo que querría no es “escaparme” del bullicio de este tiempo, de las invitaciones al entretenimiento y a la diversión, porque seguro que estaré tan metida en él como el que más, sino cómo poder situarme bien en medio de todo eso.

¿Cómo perforar esas realidades cotidianas que nos van a invadir en estos días?

Se me ocurren dos invitaciones, la primera, atrevernos a “gustar la vida”. Cuando comemos muchas cosas a la vez no podemos saborearlas bien. Devorar sin gustar nos deja aparentemente satisfechos pero no nos hace disfrutar lo que tomamos.


Podemos multiplicar las relaciones y las experiencias y al llegar la madrugada sentir una insatisfacción de fondo, no sabemos bien por qué. ¿Tal vez porque las hemos vivido rápida y superficialmente? ¿por no atrevernos a mostrarnos tal y como realmente somos? Gustar la vida tiene que ver con darnos tiempo para saborear lo que vamos viviendo, las relaciones, los momentos…y también pararnos y preguntarnos: “¿A qué sabe mi vida? ¿Qué sabor les queda a los otros después de estar conmigo?”


La segunda invitación tiene que ver con el boom de estos días. La Navidad es cada vez más patrimonio de los grandes centros comerciales que se han apoderado de ella. Se llega a comercializar tanto que somos apremiados por todos los lados a consumir y a regalar. Por eso, tal vez, uno de los aprendizajes más importantes de la Navidad sea el de “regalarnos nosotros mismos”, porque “podemos comprar placer pero no amor, diversiones pero no alegría, bienestar pero no felicidad, un esclavo pero no un amigo”...


En apariencia la Navidad es un tiempo para el derroche y la diversión, en realidad es tu tiempo para saborear la vida por dentro y para sentir que se es feliz con muy poco cuando tienes cerca gente con la que compartirlo.
 
 
 

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