lunes, 25 de octubre de 2010

SEMILLAS PARA VIVIR por José Alberto Hidalgo O.P.



Hola sembradores una semana más se nos regala donde tenemos la oportunidad de sembrar vida abundante. Ya casi finaliza el mes de Octubre dedicado en nuestra Iglesia al Santo Rosario y no quería dejar pasar este mes sin que nos hiciéramos acompañar de nuestra Madre María desde la advocación de Nuestra Señora del Rosario.

El Rosario es una oración ideal para construir familia y comunidad, es una mediación maravillosa para contemplar con los ojos de María los misterios de nuestra Salvación llenándonos de Dios por haberlo contemplado en sus misterios.

El Rosario es la escuela de María, donde nos dejarnos enviar a nuestros hermanos para testimoniar cuanto hemos aprendido y vivido con María y con Jesús. Nosotros estamos llamados a construir el Reino como María, con pocas palabras y mucho testimonio. Pero, antes, recemos el Rosario, o sea, contemplemos los misterios de Dios desde el corazón de María, donde ella lo guardaba todo.

Les dejo con el siguiente cuento, que nos deja como enseñanza, esas cosas que hace la Virgen María a través del Santo Rosario.

Dicen que un día San Pedro andaba de mal humor en el Cielo... Se presento ante el Señor Jesús y le dijo: Maestro, sabes que se van a cumplir dos mil anos que me hiciste "portero" del Cielo al darme las llaves del Reino... Desde entonces no ha entrado aquí nada que no este más limpio que el sol... En esto soy puntilloso! ... lo sabes...

-Si, Pedro, lo se y te estoy muy agradecido por tu celo en el cuidado del Reino de los Cielos...

-Pues me temo, dijo Pedro, que algo esta pasando... Desde mi observatorio de la portería vigilo y he observado que en las avenidas celestes hay caras desconocidas. .. ¡y lo que es peor, poco limpias!. Hasta los vestidos de algunos bienaventurados dejan que desear...

-Bien Pedro... ¿y que sugieres?

-Una investigación de las murallas, porque.... por la portería no han pasado. Tiene que haber "otra puerta" distinta de la mía, Señor.

Y así fue, aquella tarde a la hora de la siesta, Jesús y Pedro se dieron una vuelta por las murallas de jaspe de la Gloria...

Por fin, Pedro triunfante, grito: Ahí esta, Señor, ya lo sabia... ¡mira! Señalaba, tras un rosal florecido, un hueco del que pendía un rosario que llegaba hasta la Tierra. Y dijo el Señor: "Déjalo Pedro, esas... son cosas de mi Madre".

Les bendigo

Fr. José Alberto OP


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