sábado, 9 de octubre de 2010

DO 10/10 Evangelio y Vida por Fray José Muñoz, mercedario


¡Y LOS DEMÁS! 

El jefe de la aldea se había levantado inspirado esa mañana. Llevaba un tiempo pensando como hacer para ayudar al progreso de los aldeanos que cada día se iban degradando a fuerza de no poner interés en nada. Por eso pensó que lo mejor era comenzar estimulándolos para que acudieran a su convocatoria, y nada mejor que una buena fiesta.

El día acordado allí se encontraban todos, nada estimula más que la buena comida, la bebida y el baile. Los más fuertes ocupaban los lugares privilegiados, de manera que algunos apenas si podían pasar al local, como Benjamín.

La fiesta fue un éxito y el jefe pasó al segundo nivel: los llamó de nuevo para facilitarles materiales y recursos para mejorar el trabajo.

El día acordado allí se encontraban todos, nada estimula más que recibir algo gratis, aunque no sirva para nada. Los más fuertes se situaron delante y se fueron llevando los mejores recursos: Un tractor, una vaca, una segadora, un camión de reparto, Semillas seleccionadas, plantones de árboles frutales. Todos se llevaron lo mejor, menos Benjamín, que llegó al final y solo pudo llevarse una fundita de habichuelas y una pequeña azada.

El jefe les explicó que todo eso les tenía que servir para producir con calidad y al cabo de nueve meses debían volver al mismo lugar cada uno con un 20 por cien de lo producido para dárselo a otros que no tuvieran nada.

Al cabo de nueve meses en el día acordado allí… no estaban todos, tan solo el pequeño Benjamín abrumado por el peso de un gran saco de habichuelas que depositó en la puerta del jefe, el cual viendo el panorama pensaba, que nada estimula menos que tener que rendir cuentas, Y devolver lo que uno cree que es suyo. Y mirando con agradecimiento al pequeño Benjamín le dijo:- Gracias por haber venido. ¿Y LOS DEMÁS?

 
 

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