jueves, 30 de septiembre de 2010

DO 3/10 Evangelio y Vida por Fray José Muñoz, mercedario



¡NO TIENE IMPORTANCIA!

Cada vez que montaba en la guagua y atravesaba la ciudad se quedaba ensimismado contemplando los carteles de neón donde asomaban caras familiares, de cantantes, políticos, artistas y comunicadores; personas que tenían un valor, que habían sabido abrirse paso en la vida, cuya sola presencia imponía respeto y admiración, ante los cuales él no era nada, poco menos que un microbio.
Algunas de esas personas, con solo una palabra o con un gesto habían cambiado el destino de una nación, él ni siquiera era capaz de mejorar su propia casa.

Por eso se sorprendió cuando volvió y encontró aquel enorme carro en la puerta, no mejoró el semblante cuando vio a su madre con un rubor extraño en las mejillas, no recordaba haber hecho ninguna trastada últimamente. Su sorpresa fue mayor al descubrir, detrás de ella, una de las caras que acababa de ver en los cartelones de la ciudad.

- ¡Cuantas ganas tenía de conocerte! -le dijo el señor.

- ¡A mí!, usted, una persona tan importante, ¿por qué razón? Si no valgo nada.

- Ya lo creo que vales, no he venido del ministerio solo para pasear. ¡Dices que no vales! ¿Y no fuiste tu el que se metió en la escuela, cuando ésta se incendió, para sacar a dos compañeros que se habían quedado atorados?

- Ah, pero eso no fue nada!

- ¿No eres tú el que le lleva la comida a la abuela al otro extremo del barrio?, ¿El que cuida de su hermanito mientras la madre trabaja?, ¿El que limpia el jardín del dispensario en lugar de ir a jugar con los amigos? Y lo mismo dicen el dueño del colmado, el policía de la esquina o el párroco de la iglesia. Cuando te nombran es para decir algo bueno.

- Pero eso no es nada, lo hago sin pensar, no tiene importancia. No se tendría que haber molestado

- Pues aquí estoy yo para darte las gracias por esas grandes cosas sin importancia.


 

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