viernes, 20 de agosto de 2010

DO 22/8 Evangelio y Vida por Fray José Muñoz, mercedario



¿Y SI LA PUERTA FUERA MAS ANCHA?


En la colmena había cierta expectación ya que una gran cantidad de celdas del criadero se acababan de abrir dando paso a un nuevo grupo de abejas, ansiosas por colaborar, y según iban recibiendo instrucciones salían para recolectar polen destinado a la fabricación de miel.
Con la novedad todo fue de maravilla, pero algunas pronto comenzaron a cuestionar las formas de trabajar.
-¿Y la entrada no podría ser un poco más amplia para que haya más luz y no tropezemos con la carga?
-Y no habría forma de cambiar la apariencia y poner en la piel algo de color como las avispas o las mariposas?
-¿Y porqué algunas tienen que quedarse todo el día en la puerta mientras otras hacen el trabajo pesado?
Ante la indiferencia de las veteranas, que no se dignaban responder a tamaños disparates, decidieron crear su propio enjambre. Salieron volando y construyeron una nueva colmena, con una puerta amplia y luminosa, todas recolectaban polen, y en el tiempo libre buscaban flores de colores para cambiar de aspecto con su sabia.
Todo fue bien, reinaba la igualdad, se sentían felices y satisfechas. Pero con las lluvias empezaron a proliferar animalitos de todo tipo, babosas y lagartijas, que entraron por la amplia abertura de la colmena, sin guardias en la puerta, y perforaron los paños de cera para comerse la miel, las hormigas y termitas terminaron de destruir las paredes, y el enjambre, ante la falta de hogar, se vio obligado a retornar a la antigua colmena, pero como la mayoría habían cambiado su aspecto, más colorido, las abejas soldados les impidieron la entrada diciendo:
- Alto no las conocemos!
- Pero si nacimos en esta colmena!- respondían.
- Imposible. No sabemos quienes son. Aléjense de aquí!
Tras el rechazo, mientras volaban alguna pensaba: “quizá la puerta si habría tenido que ser más estrecha”.



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