¿Y SI LA PUERTA FUERA MAS ANCHA?
En la colmena había cierta expectación ya que una gran cantidad de celdas del criadero se acababan de abrir dando paso a un nuevo grupo de abejas, ansiosas por colaborar, y según iban recibiendo instrucciones salían para recolectar polen destinado a la fabricación de miel.
Con la novedad todo fue de maravilla, pero algunas pronto comenzaron a cuestionar las formas de trabajar.
-¿Y la entrada no podría ser un poco más amplia para que haya más luz y no tropezemos con la carga?
-Y no habría forma de cambiar la apariencia y poner en la piel algo de color como las avispas o las mariposas?
-¿Y porqué algunas tienen que quedarse todo el día en la puerta mientras otras hacen el trabajo pesado?
Ante la indiferencia de las veteranas, que no se dignaban responder a tamaños disparates, decidieron crear su propio enjambre. Salieron volando y construyeron una nueva colmena, con una puerta amplia y luminosa, todas recolectaban polen, y en el tiempo libre buscaban flores de colores para cambiar de aspecto con su sabia.
Todo fue bien, reinaba la igualdad, se sentían felices y satisfechas. Pero con las lluvias empezaron a proliferar animalitos de todo tipo, babosas y lagartijas, que entraron por la amplia abertura de la colmena, sin guardias en la puerta, y perforaron los paños de cera para comerse la miel, las hormigas y termitas terminaron de destruir las paredes, y el enjambre, ante la falta de hogar, se vio obligado a retornar a la antigua colmena, pero como la mayoría habían cambiado su aspecto, más colorido, las abejas soldados les impidieron la entrada diciendo:
- Alto no las conocemos!
- Alto no las conocemos!
- Pero si nacimos en esta colmena!- respondían.
- Imposible. No sabemos quienes son. Aléjense de aquí!
- Imposible. No sabemos quienes son. Aléjense de aquí!
Tras el rechazo, mientras volaban alguna pensaba: “quizá la puerta si habría tenido que ser más estrecha”.
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