miércoles, 16 de junio de 2010

Con Otras Palabras por Pabel Alba.

Como una cebolla.

Nos puede pasar que porque trabajamos en una u otra pastoral dentro de la iglesia pensamos que tenemos ganado el cielo, que no tenemos más nada que hacer; nuestro corazón muchas veces se vuelve monótono y frío. Hace aproximadamente dos semanas que conocí a una persona que me hizo desmontar algunas cosas que daba por supuestas en mi corazón, me ayudó a humanizarme. Les cuento la historia de Ramón Antonio.

Me encontraba en uno de los encuentros sabatinos que tenemos con los niños limpiabotas y curiosamente este mes estamos trabajando el valor del esfuerzo. Ramón Antonio es un niño limpiabotas que, por alguno de los niños que tenemos en la fundación, se había enterado que existía un grupo que los acogía y acompañaba. Decidió presentarse un sábado para ver qué tenía que hacer para formar parte de este proyecto de vida. (Es importante resaltar que por cuestión de estructuración de la fundación no estamos acogiendo mas niños de los casi 50 que tenemos hasta nuevo aviso). Él llega al salón parroquial y yo le invito a tomar el desayuno como costumbre que tenemos con los que llegan nuevo, pero en este caso no continué el procedimiento, es decir, como no tenemos cupo le damos el desayuno, le anotamos en una lista de espera y luego nos contactamos con él.

Había una cosquillita en mi corazón que me dijo déjalo que se quede hasta terminar el encuentro y luego le anotas en la lista de espera. Le invito a que se quede y que se una con uno de los grupos de trabajos que había en ese momento. él sin pensarlo dos veces se une al grupo y empieza a trabajar como uno más, hasta tal punto de tomar el liderazgo en el mismo grupo y ser el más participativo. Desde lejos lo estaba observando y me doy cuenta de las destrezas y cualidades que posee.

Al final del encuentro me dice que le gustaría hablar conmigo. Me preguntó cuáles eran los requisitos para formar parte de la fundación y todo lo relativo a ello. Cuando éste niño me dijo eso, mi corazón cambió completamente. Como habia visto su forma de comportarse y de estar con los demás le hable un poco del propósito de la fundación y le dije que continuara asistiendo todos los sábados y que luego le encontraría un cupo dentro de la misma. El aceptó.

Al sábado siguiente había una reunión con los padres y madres de los niños y da la casualidad que él le habia hablado a su madre de lo que había hecho el sábado anterior y le pide que le acompañe a este encuentro para que hablara con nosotros. Ambos llegan al encuentro y al finalizar el mismo los dos se acercan para hablar conmigo y la madre me demuestra el deseo que tiene de que su hijo cambie de vida. Sus palabras y el interes puesto en conocernos me hicieron dar cuenta de muchas cosas que nos pueden pasar en la vida.

A veces cerramos nuestro corazon y no permitimos que Dios, a través de personas, entre en él. Que haga su voluntad. Nos volvemos con un corazón lleno caparazones que no nos servirán de nada en lo absoluto. No es fácil darse cuenta cuando Dios nos habla. Lo importante de todo esto es ser capaces de darnos y darles la oportunidad a los demás de entrar en nuestro corazón y ellos nos ayudarán a convertirnos día a día en personas más humanas y capaces de amar y darse a los demás. ¡Vete y haz tú lo mismo!


PD: dedicado a Fr. Tomás por muchas de las cosas que me ha enseñado sobre esto . Y en especial a Ramón Antonio por cambiar y abrir mi corazón, Gracias.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Asi es Pabel, hay que dejarse guiar por el señor y abrir nuestro corazon a los hermanos, donde hay tres si se acomodan caben cuatro...........