domingo, 23 de mayo de 2010

LD: Lectio Divina por Miguel Ángel Arias Perez, Monje Cisterciense (Jarabacoa)



Mi Fiel Amigo

“Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” Jn 15,9-17

 

Un viejo y conocido cuento narra la historia de dos compañeros del campo de batalla que eran grandes amigos y que en medio de una encarnecida pelea con el enemigo se separaron, de manera que uno de ellos se quedó solo en el frente y el otro fue llevado al campamento. El que llegó al campamento con el batallón inmediatamente fue donde el comandante para pedirle permiso para regresar al frente donde su amigo. El comandante le dijo que aquello era inútil porque era posible que su amigo ya estuviese muerto además de que arriesgaría su vida al regresar al frente. No obstante el soldado insistió y se le concedió el permiso. Cuando al otro día llegó el soldado sin su compañero el comandante le preguntó si encontró a su amigo vivo a lo cual éste respondió que cuando llegó donde él, lo encontró agonizando, y entonces acercó su oído a los labios de su amigo para oírle susurrar: Te estaba esperando… sabía que vendrías.

Como dice el Eclesiastés “el amigo fiel es refugio seguro, quien lo encuentra, encuentra un tesoro” (6,14) y ¿dónde encontraré un amigo más fiel que Jesús que dio su vida en la cruz para que yo tenga Vida?, que me comprende, ama como soy, alivia mi cansancio, seca mis lágrimas, ríe mis alegrías, me alimenta con su Cuerpo y su Sangre, siempre está ahí para escucharme y nunca se cansa sin importar cuánto le hable, nunca me condena por mis pecados sino que tiene misericordia de mi; nadie tiene amor más grande que El. El texto original griego “dice da el alma” (Psijé), es decir darlo todo y para siempre, lo terrenal y lo eterno. Quiero ser tu amigo Jesús, quiero escucharte horas muertas, quiero que tú encuentres refugio en mí, quiero dar mi alma por ti. Gracias por venir a mí por medio de mis amigos y darme por medio de ellos tu amor más cálido, humano y cercano. Jesús quiere que tú también seas su amigo, ¿tu qué dices?

¡Aleluya! Jesús te bendice.


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