jueves, 6 de mayo de 2010

DO 9/5 Evangelio y Vida por Fray José Muñoz, mercedario



EL QUE ME AMA GUARDARÁ MIS PALABRAS

El padre tenía por costumbre hablar con sus hijos, y casi siempre terminaba con la misma muletilla. “Escuchad bien lo que os digo, algún día me lo agradeceréis”.
El problema es que se iba haciendo más viejo y terminaba por repetir las mismas historias. Los hijos ya estaban cansados de escuchar siempre las mismas batallitas y cuando presentían que se acercaba se iban para otro lugar para evitar tener que escuchar siempre el mismo son.
Solo el hijo pequeño tenía la suficiente paciencia para escuchar a su padre, reaccionando como si cada vez fuera la primera vez que oía la historia. Los mayores se burlaban de él, pensando que perdía el tiempo y que ya no valía la pena escuchar al viejo.
Al final se murió y como único testamento dejó una simple frase: “la herencia será para el que la encuentre”.
Los hijos se pusieron manos a la obra, revolviendo la casa, pero a falta de una mejor indicación no sabían donde, ni como buscar. Su enfado aumentaba al ver que el hermano menor ni se preocupaba por ayudar.
Pensaban que quizá él podría tener ya la herencia, a lo que el pequeño respondió:
- Efectivamente, tengo ya una herencia, un gran tesoro, porque guardo las historias de padre que valen más que cualquier cosa que puedan encontrar, pero es que además la clave de la herencia que buscan está en esas mismas historias.
Desgraciadamente sus hermanos hacía tiempo que habían dejado de escuchar a su padre y eran incapaces de descubrir donde estaba el indicio.
Entonces el hijo menor les hizo sentar y les fue recordando esas viejas historias y como era generoso y no sabía guardar rencor les ayudó a encontrar la clave para buscar la herencia y repartirla porque para él, el amor de su padre y cada rato pasado con él era el mejor tesoro.

 

1 comentario:

Anónimo dijo...

QUE HERMOSA HISTORIA