jueves, 1 de abril de 2010

DO 4/4 Evangelio y Vida por Fray José Muñoz, mercedario


¿BASTA CON SER UNA FLOR?

Apenas era un brote en la rama del árbol y ya sabía que se convertiría en algo bello y hermoso. En los inicios no era más que un puntito pero con el tiempo fue cambiando.
Tuvo que aprovechar todo lo que naturaleza puso a su disposición: el agua, hasta unas pocas gotas de rocío eran necesarias para ir consolidando su forma y constitución, estar bien atento a la información que le llegaba de las raíces, algunos brotes no querían prestar atención, decían que las raíces eran viejas y estaban tan ancladas en las profundidades que no sabían nada de la vida y poco podían aportar, pero él si se sentía unido a ellas y se dejaba alimentar por su rancia sabiduría.
También eran importantes las hojas que aportaban el oxigeno tan necesario para mantener un color hermoso, aunque algunos se quejaban porque decían que las hojas estaban locas, se dejaban llevar por cualquier viento, no eran de fiar, y a veces tapaban el sol, pero el brote aprovechaba todo lo que viniera de ellas.
Y por eso cuando menos lo esperaba se fue desplegando hasta convertirse en una hermosa flor, llena de colorido y majestad, contribuyendo al esplendor del árbol, y entonces pensó que ya podía descansar, porque había cumplido su objetivo en la vida, había alcanzado su meta, hasta que oyó un susurro “no, aún no se ha terminado, disfruta de tu belleza ahora, pero si quieres llegar a tu destino final, si quieres conseguir tu meta, tendrás que renunciar a todo lo que ahora consideras valioso, tus pétalos, tus estambres, tu color, y entonces llegaras a convertirte en algo lleno de vida que podrá dar vida a los demás.
La flor no lo podía creer, ¿Qué podría haber mejor y más hermoso que lo que ahora había conseguido ser?, pero estaba dispuesta a llegar al final y solo cuando se fue desprendiendo de sus hermosos dones se convirtió en un fruto, sabroso, jugoso y lleno de vida.


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