lunes, 1 de marzo de 2010

Una Vida Con Propósito por Hector Roberto


Encontrarnos A Nosotros Mismos

¿Cómo saber realmente cuando algo es blanco, gris o negro?, ¿Cómo encontrar el camino a casa cuando te sientes en un laberinto sin salida?
A veces las encrucijadas te llevan a un estado mejor… o peor, pero valerse de coraje es importante, sobre todo si se trata de amar. Podemos perderlo todo, podemos dejar de soñar, podemos sentirnos vacíos, podemos sentir la soledad… pero jamás podemos dejar de amar.
Construir, dialogar, caminar de la mano, unirse por más, levantar la pared aunque vuelva a caer un segundo después, escalar las montañas sin medir los riesgos a cambio de un poco de paz y estabilidad, por amor, cualquiera es capaz. La bandera que separa a los buenos de los malos no es el odio, ni siquiera los malos son capaces de odiar tanto, son temerosos y guardan en su interior el miedo más profundo, que hace que pierdan incluso su dignidad.
No hay límites, hay limitados. No hay fronteras, no existen, las inventamos los hombres por que de esa manera nos acomodamos en el estado de “No puedo”… así es más fácil, así no nos enfrentamos al miedo que nos impuso la mente. Así no arriesgamos, así no ganamos. Por más que llamemos fracaso al hecho de que las cosas no salen como queremos, en realidad se llama aprendizaje.
Muchas personas suelen correr detrás del poder, del dinero, de la simple sensación de sentirse realizado materialmente. Está bien, es parte del aprendizaje, pero también es importante correr detrás de nosotros mismos, conocernos mejor, superarnos día a día. Encontrarnos en paz con nuestro interior, con lo que sentimos, lo que pensamos, lo que llevamos dentro del corazón.
Cada uno de nosotros es una pequeña luz, que se expande a medida que busca en su interior. Nos iluminamos cuando comprendemos, cuando sabemos, cuando sentimos esta luz brillar. Cuando aprendemos a ver que el otro es igual que nosotros, cuando, pese a sus defectos, sabemos que somos los mismos, la misma esencia, y que vamos al mismo lugar. Pongámosle los nombres que más nos gusten, pongámonos las metas que prefieramos, en definitiva, lo admitamos o no, todo lo que necesitamos es amor. Y la principal fuente del mismo, es nuestro amor por nosotros mismos. En la medida en que crezca, crecerá también el amor por los demás. Una vez que comprendamos y practiquemos esta filosofía, todo a nuestro alrededor será claro. Sabremos que no hay límites, que todo se puede, que podemos ser mejores de lo que somos, que tenemos las herramientas necesarias para ser felices, y sobre todo, que no es necesario buscarlas afuera, todo lo llevas contigo.

No hay comentarios: