lunes, 22 de marzo de 2010

DO 21/3 Evangelio y Vida por Fray José Muñoz, mercedario


UN GUIJARRO SIN IMPORTANCIA

Formaba parte del mismo bloque desde que tenía conocimiento, se encontraba en la parte externa de la superficie y desde allí divisaba los grandes pedazos de mármol, rocas más pequeñas, grava y por fin arena.
Quería preguntarle a cada uno, estar con cada uno de ellos y saber y conocer más.
Hasta el día en que los picos y martillos llegaron a su lugar para extraer un buena pieza. No pudo descubrir si fue por sus pensamientos rebeldes, o por causa del destino, pero se desgajó del resto del bloque, un buen bloque digno de un templo, mientras él se había convertido en un guijarro, tan irregular que apenas serviría para relleno, quedó entre el montón de desechos sin posibilidad de contacto con los otros grupos que llevaban un destino noble como material de construcción.
Un buen día junto con otros guijarros fue a parar a una cesta y encontró su lugar como relleno de un camino del pueblo, ¡que triste destino!, ser pisoteado por los caminantes.
Pero hoy, alguien se había fijado en él, lo había recogido del suelo, lo había sopesado, lanzándolo repetidas veces al aire, lo había pasado de una mano a otra. Se oía u gran tumulto, algunos gritaban. Estaba a punto de ser parte de un acontecimiento, ¿sería importante?, había cierta expectación, hasta que alguien dijo:
-“El que esté libre de pecado que tire la primera piedra..”
El que lo sostenía dejó de hacer presión con la mano y poco a poco se le fue escurriendo hasta dejarlo caer, el guijarro estaba decepcionado, tampoco ahora parecía servir para nadie, se hizo el silencio, golpeó la superficie y con el impulso siguió rodando hasta llegar a los pies de la única persona que quedaba. No llegaría a se parte de una columna en un templo, pero había tenido la oportunidad de ser testigo de un hermoso acontecimiento.

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