miércoles, 24 de marzo de 2010

Con Otras Palabras por Pabel Alba Hernández


“Cuanto lo hicieron a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mi también me lo hicieron”

Un buen día un grupo de empresarios luego de haber sostenido una reunión fuera de su país y ansiosos por celebrar con su familia el día de navidad, deciden trasladarse en el último vuelo que saldría para esa fecha. Todos estaban retrasados por lo que permanecían corriendo en todo el aeropuerto. Es allí, cuando uno de ellos por su rapidez choca con una niña que estaba vendiendo manzanas y vierte toda la mercancía en el piso, sin importarle lo sucedido sigue su camino hacia el avión. Detrás de él venía un compañero que si se digno en detenerse y reparar el daño a lo que sus amigos desde lejos le advertían que iba a perder el avión y éste solo les dijo: díganle a mi familia que llegaré en el próximo vuelo.
Estando frente a la niña se da cuenta que esta estaba ciega y que estaba llorando, por lo que decidió recoger todas las manzanas y pagárselas en especial aquellas que estaban dañadas por la caída. Al terminar el hombre decide irse y la niña con voz emotiva le pregunta, ¿es usted Jesús?

Desde hace varios años la República Dominicana se ha visto concurrida por un sinnúmero de extranjeros que por diversas situaciones han decidido quedarse a vivir aquí, se pueden mencionar: españoles, cubanos, chinos pero sobre todo haitianos, quienes según un informe rondan por los dos millones.
La República Dominicana por lo tanto los ha acogido, los ha recibido y hemos hecho que se sientan parte de nosotros, dándole participación en las universidades, empleos públicos y privados, escuelas, hospitales, trabajos informales (chineros, fruteros, los que venden tarjetas de llamadas en los semáforos…)
Traigo este tema a colación por que desde hace varios años nuestro país ha tenido que sufrir los intereses e ideologías de un grupo que cuando no tiene un tema de que tratar arremete siempre con el “racismo” de los dominicanos hacia los haitianos. El último informe está en la palestra pública por parte de la ONU quien nos cataloga con esa descripción.
¿Y quien más que el pueblo dominicano se ha volcado con todo su corazón y con todos sus bienes hacia la resiente tragedia del 12 de enero? ¿Quién con su presupuesto mantiene a tantas mujeres que van a dar a la luz a los hospitales nacionales? ¿Quién paga por la educación que reciben los niños haitianos en las escuelas?: la República dominicana y todos aquellos ciudadanos que pagan sus impuestos.
Dominicanos, no nos cansemos de hacer el bien a los demás, sin importar informes, censos y datos de la ONU u otra organización, hagamos el bien. Jesús lo dice en su palabra, “Cuanto lo hicieron a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mi también me lo hicieron”. Que podamos seguir siendo solidarios, acogedores con los extranjeros que visitan nuestro país y en especial con nuestros verdaderos hermanos haitianos. Y que algún día alguien nos pueda parar y preguntarnos, ¿eres tu Jesús? ¡Vete y haz tú lo mismo!


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