miércoles, 27 de enero de 2010

Con Otras Palabras por Pabel Alba Hernández


“Las cosas no siempre son lo que parecen”

Una vez dos ángeles viajeros debido a la oscuridad de la noche decidieron pasarla en el hogar más cercano, cuya casualidad era de una familia adinerada. La familia no era muy servicial, por lo que decidió darles acogida a los ángeles pero en vez de ofrecerles las habitaciones de huésped, le prestaron el sótano pequeño y frío. A medida en que los ángeles se acomodaban en el duro piso, el más viejo encontró un hueco en la pared y lo reparó. El más joven al ver esto le preguntó ¿Por qué?, el más viejo le respondió, “las cosas no siempre son lo que parecen”.
La siguiente noche antes de llegar a su destino y luego de haber pasado el día completo viajando, encuentran una familia que, deciden invitarlos a cenar y dormir en su casa, a cuya invitación los ángeles aceptaron. Le cedieron la habitación principal para que ellos pudieran tener un buen descanso.
Al amanecer, encuentran a la pareja bañados en lágrimas, ya que la única vaca que tenían como medio para subsistir, había muerto. El ángel más joven, furioso, le pregunta al más viejo ¿Cómo pudiste permitir eso? La primera familia lo tenia todo y tu los ayudaste tapándoles el hueco que había en la pared, y a esta familia tan hospitalaria permites que su única vaca muriera. El ángel más viejo le respondió: cuando estábamos en el sótano el hueco que tapé era del lugar donde ellos guardaban todas sus fortunas, y la vaca murió, por que anoche vino el ángel de la muerte a buscar a la señora y yo en cambio le di la vaca, “las cosas no siempre son lo que parecen”.

Traigo el cuento a colación ya que al medio día de hoy mis compañeros y yo pasamos cerca de un vendedor de pucas, pulseras, aretes… y nosotros como todos los días le saludamos, pero esta vez luego del saludo él nos pide diez pesos sin motivo alguno, en ese momento lo que nos llegó a la cabeza es que este señor tiene su propio negocio, cómo es posible que pida dinero. Decidímos seguir caminando sin prestarle atención alguna. Él nos volvió a llamar y esta vez para regalarnos una flor, “las cosas no siempre son lo que parecen”. Después de eso seguimos caminando rumbo a nuestra casa y nos preguntábamos si esos diez pesos eran, por simple deseos de pedir o para comprar su comida en el comedor cuyo valor es de cinco pesos… nos quedamos con la opción dos.
A menudo pasamos por situaciones similares, omitimos, rechazamos a los demás, tanto por nuestra rapidez como por la poca motivación que ello nos provoca y no nos damos cuenta que rechazar a los demás, a los necesitados, rechazamos de plano a Dios-Jesús, que se encarna en ellos. “Cuando lo hagan con alguno de ellos, conmigo también lo hicieron”. Pidamos a Dios que ante situaciones como éstas nos haga más sensible, más humanos y nos haga ver su rostro en los demás. “Vete y haz tú lo mismo”.

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