jueves, 10 de diciembre de 2009

Evangelio Domingo III Adviento: ¿Y YO QUE PUEDO HACER? por Fray José Muñoz, mercedario



¡Qué envidia!, -decía la señora Carmen,-cuando escucho las proezas que han hecho algunos santos. ¡Quien pudiera ser como ellos, capaces de esos grandes sacrificios, ser tan buena que me vaya directamente al cielo!, y luego que me pidan algún milagro.
- No sea fantasiosa- le respondía Eugenio, persona de gran prudencia y de basta experiencia.
- Le digo que es así, pero como soy débil y Dios no se ha fijado en mi no tengo nada que hacer, esas bondades se las ha repartido a otros, ¿qué puedo hacer yo?
Para Eugenio la conversación ya se estaba alargando más de la cuenta y lo más prudente era cortarla, pero al final lo pensó mejor y recordando algo que había escuchado el domingo le dijo a la Doña: ¿Que qué puede hacer?
- Procurar no hablar tan mal de su vecina, la Felisa, cuando se junta con sus comadres a chismorrear.
- Hacer las paces con su hija, la que se escapó con el sobrino de la dueña del colmado. Que bien se yo que ella ha intentado pedirle perdón y usted no la quiere recibir.
- No meter en el cesto mercancía que no haya pagado cuando va al mercado, que un pajarito me dice que eso pasa a menudo.
- Hablar mejor, ¡que hay que ver que palabras salen de su boca cuando se enfada con alguien!.
- Dejar tranquilo al más pequeño de la Engracia, que lo tiene asustado, de los cocorotazos que le da cada vez que pasa por su lado.
- Cuidar de su suegra, el otro día le llevé la comunión y estaba la pobre que daba pena, ¡con lo bien que la ha tratado a usted, no merece que se porten así con ella!.
- ¡Y que más!, sonreírle a la vida y tener paciencia, sobre todo conmigo por no saberme estar callado, pero se lo digo de corazón y espero que así llegue o lleguemos a ser santos.

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