lunes, 14 de diciembre de 2009

ORAR CON EL OLFATO



¿El “hermano pobre” de los cinco sentidos?
¿Al que menos atendemos?
¿No nos estaremos privando de una fuente de bienestar?

En la mañana y durante el día, estate atento para captar toda la variedad de olores que te brinda cada día, procurando identificarlos (agradables-desagradables; finos-intensos...), y qué cosas, personas o circunstancias los producen. Para ello, tal vez te ayude el detenerte especialmente en alguno... Precisamente en aquél o aquéllos que normalmente te pasan más desapercibidos (la fragancia de tu colonia, el de algunos alimentos y bebidas favoritas, o los que captas en tus paseos por el campo o la montaña...). Y no sólo las cosas, sino también las personas, nos hacemos atractivas por el buen olor que desprendemos.Y a los cristianos, se nos pide que irradiemos “el buen olor de Cristo”. En la noche, no dejes de recordar el efecto que ha producido en ti este ejercicio. ¿Te ha deparado alguna sorpresa agradable? ¿Crees que merece la pena prestarle más atención?

• Una sutileza diferencial
“El olfato es una sutileza diferencial. Sutil, porque es lo apenas perceptible, lo que puede pasar inadvertido con facilidad, lo casi insignificante y, sin embargo, lo absolutamente presente. Está ahí, aun cuando deje de ser notado, tenido en cuenta, reconocido. Siempre he pensado que lo sutil tiene algo que ver con el sentido del olfato y con el olfato mismo. El olfato se sensibiliza con la esencia sin cuerpo ni materia definida; con aquello que no ocupa lugar y sin embargo penetra en cualquier lugar. Puede estar sin aparecer. Esta vacuidad, apertura al vacío, es el aspecto más característico de este sentido y su componente oloroso.Y también es lo que más le acerca a lo espiritual, a lo enteramente divino. Sabes que está, lo percibes en tu propio aliento, pero es imposible ubicarlo en un espacio determinado ni darle una forma definitiva… El olfato es sensación de sutilezas. Se cultiva desde dentro y se siente en la ascesis de lo corpóreo. Es hábito relacionado con la delicadeza del espíritu humano”. Trinidad León

• Recoge la semana
Una vez dedicada esta semana a un nuevo sentido -el olfato- conviene que recojas la experiencia que has vivido cayendo en la cuenta de qué ha significado para ti la meditación sobre el mismo: qué sentimientos positivos o negativos ha suscitado en ti y si te ha sido una experiencia agradable o desagradable.

1 comentario:

Hector Roberto dijo...

La Fe en la Oracion!!

Todavía hoy en día muy poco ha cambiado esta en la ciudad de Nazaret?. Muy pocas cosas diferentes, en cuanto la fe han acontecido allí, todo esta como hace 2000 años. ¿Queremos nosotros ser como Nazaret? ¿Cómo sé que tengo fe y que creo verdaderamente lo que estoy pidiendo? Ciertamente si yo estoy confiando en Dios a quien hago mi petición. Cuando uno confía plenamente esta seguro que recibirá lo que pide.

El Señor nos ha dicho y prometido, que si pedimos algo conforme a su voluntad Él nos oirá, y si nos oye, el contestara. 1 de Juan 5:14-15.

La oración es un acto de máxima prioridad. Sin lugar a duda, es la disciplina más importante de la vida del cristiano. La oración fue de máxima prioridad en la vida del Señor Jesucristo, cuanto más debe ser en nuestras propias vidas.

La oración es la fuerza, el poder y el secreto que mueve al cielo y hace que el mundo se mueva a su compás. Ni el dinero, ni el genio, ni la cultura pueden hacer algo para mover a Dios.

Todo el secreto del poder reside en la santidad que da energía al alma, y a todo el ser lleno de amor ardiente que se derrama en oración a Dios.

Ni la posición, ni la dignidad ni las grandes obras, moverán el carro de Dios. Es una apasionada fuerza la única que puede moverlo, la oración de fe que es la fuerza creadora.

El objetivo no es ser un gran hombre o una gran mujer de fe, sino un hombre o una mujer que tiene fe en un gran Dios.

Si somos fieles al Señor en permanecer en su Palabra y que su Palabra permanezca en nosotros, nuestras peticiones serán oídas y contestadas.