viernes, 25 de diciembre de 2009

AVATAR por Fray José Muñoz, Mercedario

Uno sabe como comienza el día, pero a veces no podemos prever como va a terminar. Así sucedió el lunes día 21. Salimos de mañana, después de la misa de aguinaldo en dirección a Santiago para ver un museo y una exposición de Belenes. Entre la lluvia y encontrar cerrados ambos lugares, por clausura uno y por día equivocado el otro, la jornada apuntaba a catástrofe. Al menos pasamos por el Santo Cerro y pudimos contemplar parte de nuestra historia.

De vuelta a la ciudad se nos ocurrió: ¿porque no vamos al cine? Tras una búsqueda del lugar y de la película llegamos a la taquilla y entramos, y a partir de ese momento descubrimos que el día no era tan malo.
No nos encontramos con una película al corte de lo que se lleva en Ciencia Ficción, sino toda una parábola sobre el fundamento de la vida.
Dejo de lado los efectos especiales, que han de valorar otros mejor preparados que yo, sin dejar de decir que son sorprendentes y efectivos. Paso al contenido que es lo que importa.
Lo que se inicia como un juego de marionetas, donde el hombre maneja los hilos con el único afán de espiar y sacar provecho para explotar las riquezas de otros va convirtiéndose en un reto que pone en cuestión los principios y valores del protagonista.
Asistimos a un proceso de conversión: El protagonista se siente dichoso porque encuentra en este experimento algo para su goce particular, inicia como un niño que ha descubierto un mundo nuevo, pero que no sabe manejar, poco a poco se da cuenta que hay un ingrediente de compromiso y responsabilidad. Descubre que no lo sabe todo y tiene que dejarse guiar. Se va produciendo una lucha interna que juega con la lealtad: a los suyos la empresa que financia la operación, a su mando superior en el rango militar, o a la nueva vida que va descubriendo.
Si dejáramos de lado el contexto, el ambiente extraplanetario y los sucesos que se producen en contacto con este mundo exuberante, podríamos resumir así: Un ser humano abandona por momentos su existencia y se encarna en un ser de otro planeta para vivir su vida, se va introduciendo poco a poco en este nuevo mundo, es insultado, difamado, golpeado por sus nuevos vecinos que no le aceptan, aprende hasta que se siente uno de ellos y adquiere la seguridad para afrontar la vida y termina por asumir los problemas de su nuevo pueblo, hasta el punto que no duda en revelarse y renunciar a su vida anterior, su compromiso le hace ser rechazado por unos y por otros, aunque siempre quedan algunos que confían en él. Al final, el pequeño, el débil, el discapacitado se convierte en el salvador porque está dispuesto a dar la vida por los suyos.
Les suena esta historia. Creo que nos encontramos en un tiempo adecuado para aprender de este relato visual. Les aconsejo que vayan, se lo van a disfrutar.

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