lunes, 16 de noviembre de 2009

ORAR CON LA MIRADA


Se puede mirar de muchas maneras...
Pero sólo una es la adecuada.
¡Aprender a mirar
es un ejercicio imprescindible!


En la mañana y durante el día, cae en la cuenta de cómo usas tus ojos, tu mirada. Luego, mientras pasan las horas, fíjate en cómo lo haces, cómo miras, qué miras...
Cae en la cuenta que puedes ver muchas cosas, personas, situaciones..., pero no mirarlas auténticamente. Junto a miradas de cariño y compasión, puedes sorprenderte con otras de desprecio, dominio o indiferencia.
En la noche, recuerda cómo te han dejado tus miradas: ¿Te quedas en paz y contento/a? ¿Te atraen las cosas y las personas? ¿Te fijas, de verdad, en lo que miras?
¿Tu modo de mirar te deja tranquilo/a, o más bien inquieto/a o preocupado/a? Mira a ver por qué.
Tal vez, a partir de hoy, te hayas convencido de la importancia de tu mirada y te sientas animado/a a mirar “de otra manera”. Inténtalo.
Este entrenamiento te ayudará, también, en el campo de la fe, donde el mirar con atención jugará un papel esencial.A modo de ejemplo, puedes consultar el salmo 123 (122) y ver cómo oran los afligidos, levantando, precisamente, sus ojos hacia Dios.

• Pensamiento
“El más excelso acto de amor que puedes realizar no es un acto de servicio, sino un acto de contemplación, de visión. Cuando sirves a las personas, lo que haces es ayudar, apoyar, consolar, aliviar su dolor… Cuando las ves en su belleza y bondad interiores, lo que haces es transformar y crear”. (Anthony de Mello)

• Recoge la semana
Has dedicado esta semana a centrar tu atención en el uso que haces de tu vista. Conviene, al final de la misma, que vuelvas sobre la experiencia que has tenido al meditar sobre ella: ¿Te ha resultado fácil o difícil? ¿Agradable o desagradable? ¿Positiva o negativa? Y busca el porqué.
No dejes de dar gracias a Dios por todo lo bueno que hayas vivido y de pedirle perdón si en algo le has fallado.

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