lunes, 30 de noviembre de 2009

ORAR CON EL GUSTO

Gustar es sinónimo de paladear, saborear... Y a las personas las solemos clasificar entre las que tienen “buen gusto” o “mal gusto”. ¡Tal vez este sentido sea más importante de lo que parece a primera vista!
En la mañana y durante el día, cae en la cuenta de todo aquello que haces y que tenga que ver con el gusto (la comida, la bebida, el modo de vestir...), si es algo que haces mecánicamente o realmente “paladeas” o “saboreas”, dejándote sorprender y admirar por lo bien que te saben las cosas, las personas...
Cae en la cuenta, también, si conoces personas que tienen “buen gusto” y en qué se diferencian de las que no lo tienen y qué irradian unas y otras.
Y qué te sugiere esa invitación que alude precisamente al gusto: “Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a Él” (Salmo 33).
En la noche, revive los sentimientos que ha provocado en ti el haber estado pendiente del sentido del gusto. ¿Te ha dejado alguna huella positiva? ¿Has empezado a valorarlo un poco más? ¿Merecerá la pena el seguir ejercitándolo más conscientemente?


¡Gracias!
“Gracias por el sentido del gusto, por mis gustos concretos y los sabores que puedo distinguir y tengo la suerte de probar. Gracias por la creatividad plural de los sabores, por las diferencias de gustos. Gracias por la comida cristiana, por tu palabra narrada como Buena Noticia en torno a la mesa. No dejes que la lengua se me vuelva amnésica, no dejes que me sacie y me harte. Acompáñame en las tentaciones consumistas y absolutizadoras. Enséñame a compartir y a no ruborizarme por comer con cualquier persona por el hecho de serlo. Enséñame a mirar con cariño y esperanza mis recursos y confiar en su capacidad multiplicadora, a pensar en términos de levadura que pudriendo fermenta, en compartir que restando multiplica…”
Mercedes Navarro

• Recoge la semana
Has dedicado esta semana a centrar tu atención en el uso que haces de tu gusto. Conviene, al final de la misma, que vuelvas sobre la experiencia que has tenido al meditar sobre él: ¿Te ha resultado fácil o difícil? ¿Agradable o desagradable? ¿Positiva o negativa? Y busca el porqué.
No dejes de dar gracias a Dios por todo lo bueno que hayas vivido y de pedirle perdón si en algo le has fallado.

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