jueves, 19 de noviembre de 2009

Evangelio del domingo 22 Noviembre: ¿CÓMO ES LA CORONA DE SU REINO? Por Fray José Muñoz, mercedario

“Ten, para ti” dijo el pequeño a su padre, ofreciéndole un juguete de madera que había fabricado. Era una burda corona, con ramas de diferentes clases. Se la colocó El rey mientras su hijo le miraba sonriente y feliz. Le sentaba como un guante, mientras recordaba que días atrás llevaba algún tiempo experimentando dificultades que se traducían en dolores de cabeza. “Son jaquecas” propias de la edad, decía su mujer. “Es por culpa de la pesada carga del reino que reposa sobre sus reales sienes”, decía su ministro de asuntos internos. “La causa es esa vieja corona pasada de moda”. Decía su rebelde hijo quinceañero, con el afán de molestarle y quizá usurpar el trono algún día.
Y algo de razón debía llevar, porque cuando dejaba la corona en la mesita real experimentaba algo de alivio.
Decidió hacer caso a su hijo y cambiar de corona. Los mejores artífices se pusieron a trabajar, y le ofrecieron sus mejores diseños, coronas de oro, de diamantes, de plata recamadas de perlas. Probaba cada una de ellas durante un día entero, recababa la opinión de sus allegados que unánimemente se deshacían en elogios por lo mucho que cada una de ellas le favorecía e invariablemente al final del día se sentía igual de mal, con lo cual devolvía cada corona a su artesano. Estaba cansado y hastiado hasta que en ese paseo por el jardín descubrió la mejor corona para su reino: hecha con amor y sencillez, con sacrificio por las gotitas de sangre en alguna rama, producto de alguna espina, nacida de un gesto sincero y desinteresado.
Ese era el reino que él quería conseguir, el que le podía dar alegría, y en el que podría ofrecer a sus súbditos la felicidad. Un reino de verdad, de justicia y de paz

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